En esta sopa de remolacha que podrás degustar fría o caliente según la temporada vamos a utilizar un ingrediente que siempre se tira, que no es fácil de conseguir y que ha resultado todo un descubrimiento: las hojas de la remolacha que por cierto están riquísimas, son una verdura fina, con buen sabor y muy agradables.
Descubrí su uso en un mercadillo de productores de la comunidad Madrid que se celebra todos los primeros de mes en la Casa de Campo y donde me suelo volver loca comprando verduras. Hablando con la señorita que regentaba un puesto me contó que se comía las hojas de la remolacha y como tenía una experiencia reciente con las hojas de la patata que iban incluidas en mi guiso malgache y resultaron geniales no dude en ponerme a trabajar con ellas en una rica receta.
La elección recayó en una crema ligera y untuosa que resulto deliciosa acompañada de una nieve de queso que no es más que una rica crema de queso con mucho sabor, congelada y luego raspada con un tenedor, como un granizado, así obtendremos un polvo helado que es una maravilla gastronómica. ¡Cuidado! Este paso tiene que ser rápido, se debe consumir inmediatamente ya que la nieve se funde rápidamente.
Una solución para paliar el desastre de al descongelación es preparar un recipiente con agua fría y hielo e introducir el bol del granizado, así lograremos conservarlo más tiempo.
La podemos tomar fría que es mas aconsejable, aunque sea invierno la puedes presentar en vaso de chupito como aperitivo o caliente como una crema reconfortante y acompañada con la nieve de queso tendrás un contraste brutal, una maravilla, el frió y el calor juntos pero ¡ojo! no lo presentes todo junto, saca la crema por un lado y la nieve por otro y que cada uno se prepare su mezcla en el momento de comer.
Me encanta descubrir cosas nuevas y añadir nuevos productos a mi despensa y me encanta aprovechar todo. No te lo pierdas es toda una experiencia gastronómica.
INGREDIENTES para cuatro comensales:
4 (400 g) remolachas con sus hojas, 1 kilo de tomate, 1 cebolla, 1 diente de ajo, aove, aove, vinagre de Jerez, sal, pimienta recién molida
Para la nieve de queso: 100 gr. de queso parmesano, ½ litro de leche mas 100 ml. para disolver la gelatina, 2 hojas de gelatina, pimienta rosa de Kampot
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- c/s: cuchara sopera
- c/p: cuchara de postre
- c/c: cuchara de café
- l/c: la cantidad necesaria
- 1 vasos de chupito = 100 ml.
- AOVE = Aceite de Oliva Virgen Extra
Mise en place (preparación):
Cortamos el tomate y la cebolla de manera tosca, le añadimos la sal y un chorrito de aove, movemos y dejamos reposar media hora en la nevera tapadas con papel film.
Mientras se macera el tomate y la cebolla nos vamos a poner con el resto de la receta:
– Lavamos las hojas y las remolachas, picamos la cebolla.
– Ponemos agua a hervir con un poco de sal, cuando empiece a soltar borbotones introducimos las hojas de la remolacha, las dejamos cinco minutos y sacamos del agua, las asustamos con un chorro de agua fría para que cortar el calor. Reservamos.
– Untamos las remolachas con aove, les añadimos una pizca de sal y las envolvemos en papel de aluminio y al horno precalentado a 180ºC hasta que estén tiernas. Sacamos del horno y dejamos enfriar hasta que podamos manipularlas que les retiraremos la piel.
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Elaboración de la sopa:
– Vamos introduciendo todos los ingredientes en el vaso de la batidora, robot, MyCook o thermomix: la cebolla y los tomates que tenemos macerando junto con el jugo obtenido; las hojas de remolacha que hemos escaldado; la remolacha asada en el horno y un vaso de vino (200 ml) de agua mineral. Trituramos hasta que nos quede una crema muy fina, añadimos el vinagre y volvemos a batir, si nos queda muy espesa añadimos más agua.
– Ponemos la batidora al mínimo y añadimos el aceite en hilo para que emulsione poco a poco y la sopa adquiera textura y untuosidad.
La pasamos por un colador fino y reservamos en la nevera queremos que a la hora de comer este muy fresco en el caso de comerla fría, si las vas a servir caliente pasala por el fuego justo antes de comer.
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Nieve de queso:
Ponemos a remojo las hojas de gelatina en un vaso de agua fría.
Rallamos el queso y lo incorporamos a la leche, añadimos la pimienta recién molida y llevamos al fuego suave, dando vueltas para que se disuelva y se funda, no tiene que quedar completamente integrado. La probamos para comprobar si está en su punto, si nos resulta muy fuerte o muy salada le añadimos mas leche, hasta que esté a nuestro gusto. En diez minutos estará listo.
Sacamos las gelatinas del agua y las escurrimos para quitarles toda el agua, las añadimos a la leche muy caliente y las disolvemos batiendo constantemente para que se deshagan. Las incorporamos a la crema de queso y llevamos a ebullición, movemos para mezclar bien. Apagamos y dejamos que se enfrié y a la nevera. Las dejamos reposar hasta el día siguiente y si no tenemos tiempo unas horas para que tome un poco de cuerpo
Nos habrá quedado una crema espesa, la batimos para conseguir una crema fina que meteremos en un molde rectangular y alargado para que se congele
Guardamos en el congelador hasta el momento de consumir que rasparemos la superficie con un tenedor para conseguir la nieve de helado
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MONTAJE:
Servimos la copa con una abundante ración de la crema y la cubrimos completamente con la nieve de queso, acompañamos de un bol de nieve para que cada comensal pueda añadirse más.
No te la pierdas, es un plato de lujo.
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